Hace siete años, el país entero quedó sumido en el estupor al difundirse la noticia del suicidio del cardiólogo René Favaloro, el mundialmente famoso creador de la técnica del by pass e incansable defensor de los principios éticos de la medicina.
Nacido en un hogar humilde de La Plata, en 1923, fue un alumno aplicado que hizo de la autodisciplina una filosofía de vida. En 1949 se graduó de médico en la Universidad Nacional de La Plata y desde entonces practicó la medicina como un apostolado.
En 1950 se radicó en Jacinto Aráuz, un perdido pueblito de La Pampa. Se casó con María Antonia, su novia de la escuela secundaria, y vivió con ella en una vieja casa. En su libro “Recuerdos de un médico rural”, cuenta: “En ella empezamos a organizar eso que llamamos clínica y que, en verdad, era sólo un centro asistencial adecuado a las necesidades de la zona”.
Dos años después, llegó al pueblo su hermano -también médico-, y con grandes sacrificios armaron una sala de cirugía. “Todo lo que ganábamos lo invertíamos para agrandar y mejorar la clínica. Jamás compramos una sola hectárea de campo en Jacinto Aráuz”, escribió Favaloro.
En 1962 viajó a los Estados Unidos, a la Cleveland Clinic, para especializarse en cirugía torácica y cardiovascular. Cinco años después desarrolló con éxito la técnica del by pass aortocoronario.
En 1992, el diario The New York Times lo describió como un “héroe mundial que cambió parte de la medicina moderna y revolucionó la medicina cardíaca”.
Favaloro realizó 13.000 by-pass hasta sus 69 años, cuando decidió dedicarse íntegramente a la enseñanza.
Siempre trató de poner la medicina al servicio de la gente. Por ello organizó la Fundación Favaloro, que ha realizado decenas de trasplantes de corazón en el país.
Nunca tuvo pelos en la lengua para denunciar la corrupción de la dirigencia política, a la vez que propugnó una medicina social al servicio del hombre. Le gustaba hablar sobre casi todos los temas, con palabras sencillas pero cargadas de una crudeza lógica que provocaban rechazo en los sectores de poder.
“Estoy convencido de que a esta sociedad consumista, cegada por el mercado, la sucederá otra que se caracterizará por el hecho trascendente de que no dejará de lado la justicia social ni la solidaridad”, pronosticó en una oportunidad.
El caso Favaloro ilustra con una luz intensamente clara los valores que rigen en nuestro país, a juicio del doctor en Filosofía Samuel Schkolnik. “Si él, en vez de haber sido una persona inteligente, laboriosa y preocupada por el bien común, hubiese sido astuto y orientado hacia la satisfacción de sí mismo, muy otro hubiera sido su destino. Podría haber sido el conductor de un reality show o el dirigente del sindicato de los camioneros, y hubiese merecido con ello un reconocimiento social y un éxito pecuniario que no le habría dictado la decisión de quitarse la vida”, ironizó Schkolnik, puntualizando que la vida y la muerte de Favaloro tienen un valor emblemático.
“El hecho de que nuestro país le hubiese tornado la vida literalmente imposible, denota qué es lo que tiene valor para nuestro país y qué es lo que no lo tiene -explicó el docente y escritor-. Las personas exitosas pero sin mérito son posibles también en otras sociedades, pero lo triste es que no haya lugar en el nuestro para la conjunción del éxito con el mérito”.
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